EL MUNDO EN SUS MANOS


Homer Simpson está en una tienda de armas. Juguetea con una pistola mientra apunta aquí y allá:
  • Vendedor: Tenga cuidado...
  • Homer: ¿Por qué voy a tener cuidado si tengo un arma?
Más allá del impacto humorístico de la expresión de Homer, estaremos de acuerdo en que esta actitud es muy humana. Nos comportamos así continuamente. Es una forma muy usual de detentar el poder: usarlo sin contemplaciones. Yo no necesito tener cuidado, que los que tengan cuidado sean los demás.
Esta forma de utilización del “poder” siempre es peligrosa, lo que pasa que vista en manos de los políticos parece… "diferente", porque “estamos acostumbrados” a que los que tenemos que tener cuidado seamos nosotros. Hasta nos parece normal.

Sin embargo, me quiero detener en algunos profesionales que tienen una gran responsabilidad con respecto al resto de los humanos, en lo que es el tratamiento individualizado de ese “poder”, en la gran influencia que tienen con relación a lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Profesionales que toman decisiones que afectan a nuestras vidas de manera tal que podría no volver a ser la misma. Estoy hablando de los “médicos”, “profesores” y “jueces” y el poder absoluto y descontrolado que ejercen sobre nosotros cuando “caemos” en sus manos. Sí, insisto en lo de “descontrolado”, porque se trata de tres profesiones en las que no existe un mínimo control “real” sobre las actitudes y sobre los resultados de su trabajo. Y no estoy pensando en los llamativos errores médicos o en las contradictorias sentencias de algunos jueces o en los desmanes incontrolados de algunos profesores, siempre en primera línea de los informativos. No. Me estoy refiriendo a esos pequeños errores o esas actitudes prepotentes que no son “denunciables” ni “denunciadas”, pero que ejercidas en el día a día hacen más daño que esas otras que aparecen periódicamente en la prensa y que no son más que la viva muestra de que por debajo algo se está pudriendo.

Las reflexión que me surge, después de hacer un breve repaso mental de mi paso (y el de familiares y amigos) por las manos de algunos de estos profesionales, es que para ejercer estas profesiones hay que tener unas habilidades sociales y un equilibrio mental que quizá en otras profesiones no sea estrictamente tan necesario. Quiero decir, que no vale con sólo aprobar un examen de conocimientos.

Hay muchos profesionales de estos gremios sin unas mínimas habilidades de relación, comunicación y comprensión, que me parecen imprescindibles para poder tomar decisiones que afectan de una manera muy importante a muchas personas. Me atrevo a decir que un colectivo muy importante no resistiría el más mínimo chequeo mental. Profesionales que trasladan sus fobias, miedos, estrés, depresión, angustia, complejos, etc. a sus “clientes”, a nosotros que somos los ciudadanos de a pie.

(NOTA: Entrecomillo lo de “clientes” porque me parto de risa con esto de la Calidad y la Excelencia empresarial que se pretende trasladar a la Administración, llamando “cliente” a quien claramente no lo es).

Leía recientemente que más del 25% de la población tenemos algún tipo de enfermedad mental no diagnosticada y que dicho % está creciendo debido a la presión y al ritmo de vida que tenemos. Pues aunque sólo sea por estadística, uno de cada cuatro de estos profesionales tiene mucho peligro y a mi me gustaría tener la certeza de que alguien está controlando este asunto.

Por pura higiene social, esta gente (y no dudo que otros muchos también deberíamos) deberían pasar una I.T.V. periódicamente para ver si está en condiciones de ejercer su profesión “de una forma equilibrada”.

La verdad es que no estamos en la mejor situación socio-económica. Muchos me podéis decir, que esto son pequeñeces, que bastante jodido está el tema con que nos vayan a recortar más aún los ya raquíticos presupuestos en Medicina, Educación y Justicia. Pues sí, tenéis razón. Lo que pasa es que yo sólo voy a pasar una vez por este mundo (o eso creo yo) y si tengo que poner mi vida en manos de esta gente me gustaría tener la certeza de que voy a ser tratado... digamos... que de una forma... diferente. . Y ahora creo que estoy muy lejos de ello.

Y si no...

6 comentarios:

Caminante dijo...

Hola Javier
Profesiones de alto riesgo, no para los que las ejercen sino para quienes las padecen...
Cuidate

Katy dijo...

Hay tantas cosas que me gustarían y desde luego entrar en un hospital y caer en manos de la medicinamenos que nada. Yo también leí todos los ciudadnos del mundo (salvo 3 o cuatro) estámos neuróticos y esta gente no va a ser menos. Habría que chequear a los cheaquedos, al chequedor, y tener un chequeador de chequedeadores, y al final va a ser que no se sabe quién es el que está más cuerdo.
De acuedo con tu post, pero prefiero no pensarlo. Dios me libre del día de las alabanzas :(
Un abrazo

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Jose Luis:
Y no te enteras hasta que caes en sus "garras".
Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Katy:
Tienes razón, es mejor no pensarlo. Lo que pasa es que, como se suele decir, "lo que no mejora, empeora". Y en esas estamos.
Un abrazo.

Fernando López dijo...

Hola Javier:

Pues me sumo a tus inquietudes porque como dice José Luis, porfesiones de alto riesgo, consecuencias de alto riesgo.

Un abrazo

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Fernando:
El asunto es que el alto riesgo es para el resto de los mortales y ellos ni se enteran. Y mientras crece el déficit, recortamos presupuestos allí donde más hacen falta.
En fin...
Un abrazo.

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