LA MANO DE DIOS


A lo largo de la historia el hombre ha inventado más de 2700 dioses (que se hayan podido censar), lo que viene a confirmar eso de que “dios está en todas partes”, aunque sólo sea por el espacio que ocupan. Así cualquiera. Por otra parte, tener tanto dios nos da la ventaja de que podemos tener dios para cualquier tipo de necesidad, igual que vírgenes en la religión católica, que las hay para todos los gustos y necesidades. Tenemos incluso un dios, cómo no, para el fútbol.

Mundial de fútbol año 1986. Juegan Argentina e Inglaterra. Gana Argentina gracias al gol que Maradona marcó con la mano. Todo el mundo vio esa mano, menos el árbitro. La historia ha bautizado este gol con el nombre de “la mano de dios”.

En honor a este jugador, drogadicto confeso durante décadas, se constituyó una iglesia que en 2015 contaba con más de 500.000 seguidores de todo el mundo. ¡Quinientos mil! Pero esto sólo es parte del circo que se ha creado en torno al fútbol y la religión. Suele ser más que habitual ver a jugadores de fútbol multimillonarios santiguarse o rezar en el campo de fútbol pidiendo a Dios que les eche una mano, como la que le echó a Maradona. Hasta hay candidatos el ansiado título de "Santo patrón de los deportistas"


 Pero si ver a tío forrado de pasta en el medio del campo rezando debería ofender al mismísimo Dios, si existiese, ¿qué decir de los aficionados? Ya no porque sean capaces de crear nuevas iglesias (¡como si hubiese pocas!), sino por verles hacer el más espantoso de los ridículos llorando mientras piden al supremo el gol milagroso que haga campeón a su equipo.

Según un estudio de 2014, la gente reconoce que unos de los motivos de sus rezos (ya tranquilitos en casa) suele ser pedir para que gane su equipo: el 13%).  Si hubiese justicia divina esta gente se merece que les fulmine el rayo redentor. 

Seguramente algún energúmeno de estos estará pensando que Dios tiene que tener algún hueco en su apretada agenda para inclinar la suerte a un lado o al otro en un Madrid - Barça, por ejemplo. ¿A quién decidirá atender? ¿Al equipo que tiene más jugadores rezando en medio del campo? ¿A los que más donan a los niños pobres?  Y cuando empatan ¿Es que las oraciones de un lado y otro han ido muy igualadas? Gran misterio este.

Por lo que parece, para lo que no tiene ni tiempo ni sensibilidad es para atender al más de un millón de niños que son explotados sexualmente en Asia o a los 250 millones que son víctimas del trabajo infantil en el mundo. Como se suele decir por aquí: "Eso no le importa ni a dios". Ni nadie reza por ellos.

Satisfechos con la victoria concedida a nuestro equipo, mañana iremos a poner unas flores a la Virgen de turno en cumplimiento de nuestra promesa. Y seremos felices y comeremos perdices.

NOTA: Curiosamente no vi santiguarse a Messi cuando entraba en el juzgado, acusado de fraude fiscal, ni a Cristiano Ronaldo cuando recientemente se le acusó de lo mismo. Seguramente en estos momentos tan… complicados… prefieren confiar más en sus abogados que en la intervención del más allá. Aunque rezando adecuadamente igual les toca un juez “creyente” de su causa. Nunca se sabe.

2 comentarios:

Juan L. Trujillo dijo...

Debo confesarte que soy aficionado al fútbol... y a pesar de ello estoy completamente de acuerdo contigo. Ni son dioses, ni los aficionados deben ser creyentes feligreses de ninguna religión.
Y por supuesto "predico" la buena nueva de que a los sinvergüenzas que defraudan, sean de donde sean, les caiga encima todo el peso de la ley.
Un abrazo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Juan.
No es incompatible ser aficionado al fútbol y estar de acuerdo con estas refleciones. Tan sólo es necesario tener dos dedos de frente y de eso no tienes carencias. Me consta :-)
Un abrazo.

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